Redundando y concluyendo tras "escucharos"
Escuchar no solo nos permite conocer al otro, sino que es el servicio más grande que un ser humano puede prestar, porque materializa esa necesidad básica del ser humano que es la aceptación de los demás.
El de "escuchar" es un arte perdido en la sociedad actual, que debemos recuperar y practicar usando de esas cualidades que lo hacen posible, como son la humildad, la flexibilidad y la apertura al cambio, así como la empatía.
La buena comunicación supone saber tratar a las personas, saber decir que no cuando proceda y, sobre todo, saber perdonar o inducir el perdón, ya que la mediación supone una formula de solución pacifica de los conflictos familiares, personales, sociales…
Ahora pensar en alguna discusión con alguien cercano, íntimo, en la que os hayáis sentido desbordados por esa aura que nos rodea de descontrol, pérdida de nervios, etc.
Pararos a analizar, y os daréis cuenta de dos cosas: 1) Lo mal preparada que estamos la gente a la hora de afrontar situaciones de conflicto de un modo adulto, racional y civilizado, y 2) lo que mejorarían las relaciones de todo tipo si cambiáramos nuestra predisposición. Es todo una cuestión de autocontrol. Cuantas veces esa ausencia de autocontrol nos lleva a que cuando nos hacen una crítica reaccionamos contrarrestando con otra crítica, nos defendemos atacando, mezclando cosas para enmierdar o ensuciar “el partido”. Nos olvidamos de que una discusión no es una cuestión de conmigo o contra mi, pq no tiene porque tener la razón solo una parte, sino q las dos pueden tener razón, o ninguna. Pero al final hacemos de esto un “o tu o yo”! ahora bien, lo que muchas veces nos hace saltar” no es la crítica en sí, sino las formas. Esa es la otra parte. Criticar para reconstruir o criticar para destruir (por un rencor puntual, o por despecho,…). Y por último, otro punto a destacar es que todas estas situaciones nos llevan muchas veces a tener un sentimiento, un enfado con alguien, no lo decimos y lo dejamos pasar, “Buáh, para que le voy a decir nada” o sentencias similares que nos llevan a no hablar las cosas. Nunca hay que callarse algo, saber sacarlo, porque la gente empieza tragando una piedra pequeña y acaba por tragarse montañas hasta que explota.
Evidentemente no siempre es así, pero me pongo en esas situaciones en las que después de discutir acabamos “jodidos” y mentalmente exhaustos.
Así pues, estaría bien que ahora nos fuéramos a discutir con alguien deliberadamente (¿rónico no? esto es la leche), y así fijarnos y empezar a comprender que antes de criticar los fallos del prójimo estas los nuestros. ¿Con que motivo te iba a reprochar que me gritas si yo también te he gritado? (...el orden de los sumandos no altera la suma, así que no vale eso de el/ella me ha gritado primero...). Lo dicho, aprendamos a escuchar y a discutir.
Esta semana otro artículo, bastante ameno (espero), probablemente dirigido a un debate masculino/femenino, ya sabéis carnaza, ¡sangre!. Se admiten sugerencias.
Feliz navidad.
3 comentarios
Rutilante -
Para mi, en una discusión sentir es escuchar a la otra persona intentando entender su postura, no me sirve para nada escucharla sin "sentir" lo que me está diciendo.
Comparto por completo: siendo conscientes de este tipo de cosas, se llega a reducir los niveles de tensión. Casi me atrevería a decir que siendo conscientes la tensión no aparece.
Saludos.
rubo -
Rutilante (juas) -
También nos invitas a: Pararos a analizar, y os daréis cuenta de dos cosas: 1) Lo mal preparada que estamos la gente a la hora de afrontar situaciones de conflicto de un modo adulto, racional y civilizado .
Como yo soy muy obediente he parado he analizado y creo que ante situaciones de conflicto, sea de la clase que sea, reacciono siempre igual, es decir, me defiendo, ¿por qué? porque es algo que mi mente tiene aprendido desde hace mucho tiempo: conflicto = ataque = defensa. Cuando somos niños cualquier rifirafe en el que entramos, cole, hermanos , lo gana el más fuerte, el más capacitado y ahora, seguimos reaccionando igual que con 7 años. Yo creo que allí es donde está el tema. Yo no soy la misma persona que entonces (se supone que he madurado) entonces ¿por qué reacciono igual ante situaciones parecidas? Sencillamente porque no me paro a sentir, aunque pensándolo también puede ser que no haya crecido. Se supone que, si somos suficientemente maduros, cuando nos hacen una crítica constructiva la tenemos que agradecer y cuando nos la dicen con afán de atacar, tenemos que pararnos y sentir y posiblemente nos demos cuenta que eso que en principio nos parecía tan feroz (la mente asi nos lo ha dicho) nos importa un bledo tanto el contenido del discurso como el ponente.
Espero con ansiedad tu próximo artículo Rubén que seguro es ameno . aunque yo prefiero marisco ..
Saludos.