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Alguien voló y fue libre...escribiendo

Capítulo 2. Falsa nocturnidad (Por Javispace)

Capítulo 2. Falsa nocturnidad (Por Javispace)

Adrian despertó ausente de tembleques y de preocupaciones abstractas. El sueño había dormido tambien sus pulsivas sensaciones nostálgicas. Los objetivos a corto plazo (aunque habría que discutir si eso son objetivos o "subjetivos") eran un brusco frotar de ojos y la colocación cristiana de su cuerpo para no dejarse ni un centimetro de su altura en el horizonte. Quería despertarse despierto para que en la etapa presente (quién dice etapa, dice día) nada le sorprendiera en lo que a las circunstancias se refiere. Unos ojos despiertos y un cuerpo desperezado serían el vaso perfecto para buscar la embriaguez de sentimientos que le acompañara allá donde sus pies y todo lo que sobre ellos se establece desgastaran el suelo, el oxígeno y cualquier entidad que por allí rondara (aunque...¿quién nos dice que respirar aquí no es un robo a traición del oxígeno que valoran en ultramar?).

Caminó hacia el aseo y colocó su cuerpo en el campo de actuación de aquel humilde espejo. Nada había cambiado. Bueno, sí, era Martes (aunque bien poco había cambiado su vida desde el último Martes) y ante el espejo, después de darse cuenta de que era semejante día, se sorprendió de que el Martes se llamara MARTES y se repitió dos veces para sí: "Martes", "Martes". Dejó ir el pensamiento sobre los Martes y anduvo hacia la cocina en busca de familiaridad. Su cabeza iba mirando sus pies sucederse en un cansino andar. El pasillo se retorcia a izquierda y derecha, y la oscuridad de la casa era una realidad. Era lo más lógico, ya que en esta vida, la gente, de noche, suele dormir y por ende apagar las luces evitando un estúpido gasto (lo de gastar o no gastar es fundamental, aunque somos tan gilipollas que, a veces, hasta se nos olvida lo fundamental). Adrian encendió la luz de la cocina para poder moverse con mayor facilidad (no parecía un gasto excesivo) y, evidentemente, no había familiaridad alguna. Su madre dormía y su padre...tambien. El vacío se creo en su cuerpo y la nocturnidad aterrizó tambien en su corazón.

Miró el reloj de su muñeca, estrecha y alargada: las seis de la mañana, hora de volverse a la cama, justo lo contrario de lo que Adrian tenía en mente. Corrió apresurado a su habitación se colocó unas bermudas vaqueras y una simple camiseta roja. Con las zapatillas se entretuvo algo más, y mientras iba terminando de atarse los cordones levantó la mirada y vió aquella moneda. Al levantarse y notar sus pies agobiados ya la tenía en la mano. El cuarto de Adrian era el foco luminoso de la casa. La cálidez de las dos lámparas que custodiaban su cama devolvian fulgor a su hielo interno, que latía con fuerza. Volvió a recorrer aquel intestinal pasillo para bajar las escaleras, salir de casa y atacar la nocturnidad... la falsa nocturnidad.

2 comentarios

Fenix -

Me gusta esta mierda abstracta

manuel -

bravo, javi... hoy estoy liadiiiiisimo, pero entre opa y opa (y tira porque me topa), me la he leido rapidamente advertido por tu perdida. bravo, estoy deseoso de acometer esa "falsa y deliciosa" nocturnidad...